lunes, 29 de septiembre de 2008

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Escuchas el cerrojo, los pasos van ascendiendo por la escalera, comprendes que el ritmo que contrajeron sus pies son decidores. Esta noche será un nuevamente...

Cada mañana al despertar, corres el velador de la puerta para dirigirte a esa infaltable ducha, como si ella expurgará los sueños mal habidos y ese sabor de boca que te ha dejado

Un día te dijiste, nunca más y decidiste salir de esa casa, dejando las puerta de par en par, total ya nada importaba, lo habías perdido todo…te lo habían arrebatado de cuajo…Nunca te preguntaron si querías ser parte de ese jueguito , como le llamaba él, tu padrastro.

De ahí en adelante tus amaneceres te proporcionaban una sola frase verídica, “borrón y cuenta nueva” como quien trata de auto convencerse, “aquí nada ha pasado, lo peor ya no te asechara… nunca más..- te decías - Sin embargo, lo peor vendría a golpearte tu ventana todas las noches, esta vez ni la mejor tranca en la puerta de tu dormitorio le detendría el paso a él…al silencio y a la soledad. su incomparable compañera de siempre. Se le metería entre sus sabanas, la abrasaría sin piedad, para sumergirla en la miseria y el desconsuelo, así sería su cotidianidad, así se le iría la vida.


Observa desde lo hondo de su cama, las vigas que sostienen el techo, el mismo que anhelaba ver cada vez más próximo, esperando que un día la despertara para mecerla entre sus brazos...para que le mitigara por fin, el cansancio y la pérdida de sentido de vivir. Al ojo calculaba si le daba la altura y si tal grosor soportaría su enjuto cuerpo, descalcificado, anémico de tanto cigarrillo devorado....compañero de silencios y de esa oscuridad tan repudiada por ella. Prendía la radio en busca de alguna melodía que hiciera callar las voces que la motivaban a coger de una vez por todas, aquella cuerda…

Estuvo así varios meses, asediada por tal idea, por tal puerta de escape...sola pensar quién era ella, para provocar tanto sufrimiento a esa madre, que se le había ido la vida escobillando pisos ajenos (tan solo para otorgarle el pan diario) la hacía soltar automáticamente de sus manos, aquel instrumento de salvación

ya nada la sorprendía, ni comprendía que era lo que la hacía levantarse todas las mañanas rumbo a esa pega mal remunerada, total morir por inanición también era una opción.

Un día llegando de su trabajo se quedo pegada en un bochornoso problema - esos de los tantos que tenía que resolver a diario y mamarse sin derecho a reclamo, total “el cliente siempre tiene la razón” tal situación la llevo a pensar “…siempre que pueda pasar lo peor, no dudes que te pasara…” Tal idea la hizo tomar el lápiz y escribir la frase en la hoja más cercana que encontró, como una medida ante el olvido y la abulia inminente

Pasaron varios días, esos sin pena ni gloria. Sin embargo, lo que le daría un quiebre a su insoportable vida, seria aquel papel encontrado debajo de la almohada - sin preguntarse del cómo llegó ahí - lo leyó curiosamente…cada una de las palabras le retumbaban en su mente, como quien aprende a leer por primera vez, como quien trata de materializar el lenguaje…

Ahora cada vez llegada la noche, toma dicho papel y se adentra en el ejercicio escritural, comprende que a través de él volvía a ser lo que en algún momento fue… esa niña a la cual le habían arrebatado lo más preciado, su inocencia. En cada frase, escrita con el dolor del recuerdo, podía permitirse odiar, escupir al mundo y perdonarse a sí misma…ya nada la ataba al mundo, la culpa la había desintegrado palabra a palabra, frase a frase…Ahora podía despedirse de sus paredes, bares, cines y cerros… de todos sus lugares , porque claramente ya no le pertenecían

Un día buscando clavos para arreglar una tabla corrida del cielo de su precaria pieza, se encontró con aquella cuerda - dejó lo que estaba haciendo para amarrársela al cuello, verificó que estuviera bien puesta y firme…, tomo en brazos a su perro Sandro - aquel salvado de un basural hace tres años atrás – cogió el papel con sus reflexiones y se dirigieron rumbo al parque más cercano... para perderse en una soleada tarde otoñal.

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